Natalia nos comparte su cuarta carta a los padrinos: descubriendo la amistad y familiaridad que surge en las Fiestas Juninas en Salvador de Bahía
Gran parte de nuestra experiencia misionaria es vivir dentro de la cultura del pueblo que nos recibe. Justo estos meses me han invitado a conocer la belleza de la tradición brasilera; especialmente en el mes de junio, ya que aquí en la Bahía -con más fuerza que en otras regiones de Brasil- se celebran las fiestas juninas. Al inicio del mes surgieron algunos problemas socioeconómicos que afectaron bastante al pueblo, sin embargo, este tipo de costumbres son tan importantes para ellos que cancelar la fiesta de “Sao Joao” no era una opción. Toda la primera parte del año, el pueblo se prepara para celebrar el tan esperado día de aquel que tenía la misión de preparar el camino para Cristo: San Juan Bautista.
Las primeras o las últimas fiestas se dan en las comunidades parroquiales. El día llega y las familias se reúnen para bailar un “forró” (baile tradicional), encender la enorme fogata en el barrio y comer hasta el cansancio todos los platillos típicos a base de maíz, maní y yuca. Cuando digo familias, son todos los vecinos, familiares que viajan desde lejos, amigos, compañeros. Es increíble como estos días están impregnados por el espíritu familiar, y claro no pude quedarme por fuera de este ambiente: tuve muchos brazos abiertos que me ofrecían ser mi familia brasilera, sin preguntas, sin condiciones, sin importar diferencias.
A esto tengo que agregar los largos y valiosos días de la Copa mundial de fútbol. No es para nada mi pasión, pero nuestros amigos del barrio no nos permitían dejar pasar el momento. Aprovechamos entonces las invitaciones para ver cada juego en una casa diferente. En cada una, parecía que la naturalidad del ambiente iba dando más fuerza a la amistad. Es verdad que Dios se vale de todo, hasta de algo tan banal como estos juegos ¡disculpas para quienes aman el futbol! Compartimos enojos, sonrisas, gritos, opiniones, abrazos y lágrimas. Un poco el drama de todos los días, condensado en alrededor de 90 minutos. ¡Qué regalo!
Es verdad que recibimos muchísimo cariño de nuestros amigos. Esto fue más evidente para mí en el día de la despedida de nuestra hermana de comunidad Florencia, la cual vuelve como testimonio vivo a su amada Argentina. Me conmoví muchísimo cuando en la misa de despedida encontraba una gran parte de nuestros amigos, unos tan diferentes de los otros, unos que no acostumbran a celebrar la misa, otros que buscaron su mejor ropa y se arreglaron como nunca para festejar con Florencia y con nuestra comunidad, el tiempo que pasó con nosotros y agradecer todo lo que nos dio. Sentí que los quería y que deseaba continuar esta promesa de amistad.
Ahora, queridos padrinos, familia y amigos, estamos Karolina (de Polonia) y yo en nuestra comunidad, esperando a los próximos voluntarios que llegarán durante el resto del año. Por el momento, hemos tenido la dicha de estar acompañadas en diferentes ocasiones por algunos que quisieron hacer experiencia por unos días en nuestra casa. También les cuento que comenzamos un nuevo apostolado los lunes: visitar a las personas que están internadas en el hospital de la ciudad, desde niños hasta adultos mayores. Estamos contentas por esta nueva oportunidad. Así, les pido sus valiosas oraciones por todos los cambios que vamos a experimentar durante estos meses en nuestra comunidad, para que Dios nos siga dando la gracia de responder ante cada situación y por todas sus intenciones. Les agradezco muchísimo.
Los confío a Jesús, a José y a María, como Sagrada familia. Un abrazo familiar.
Natalia
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