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Una vecina, su mascota y el rosario

De Delfina, de misión en Valparaíso:


Con N, una vecina, empezamos a tener relación gracias a que su perra se asomaba a nuestro tapial, y yo, que tengo mucho amor a los perros, empecé à jugar con ella y acariciarla. La perra empezó a venir todos los días y lloraba para que vaya a jugar. Entonces eso la conmovió a N y de a poco empezó a hablar con nosotros. Nos mira desde su casa cuando hacemos guerra de agua o cuando hacemos payasadas y se nos ríe. Eso la llevó a un día preguntarnos si podía rezar el rosario con nosotros porque nos escuchaba todos los días y le gustaría participar. Nosotros más que feliz le dijimos que sí. Y el día que vino a rezar nos dijo que no sabía cómo hacerlo, así que le enseñamos y desde ese día vino regularmente y lo reza sola. Es muy grato ver los frutos de la oración.


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